Main Donate Form

$ 0

Sandra y Paul cuentan su experiencia:

110 trabajadores obtienen certificación laboral

Ella está entre las seis que lograron certificado en los dos perfiles. Como cuidadora primaria y como monitora de hospedería. Él, que es venezolano, sólo en la que lo valida para atender a personas en situación de calle, tarea en la que se puso a prueba trabajando en pandemia. Sus casos representan lo importante que es obtener reconocimiento laboral a partir de la práctica de una universidad tan prestigiosa como la Federico Santa María.

Por Ximena Torres Cautivo

3 Septiembre 2023 a las 23:02

Sandra es una de las 110 trabajadores del Hogar de Cristo que obtuvieron su certificación laboral en un emocionante acto hace un par de semanas. Pero ella y otras cinco compañeras tienen doble mérito, porque se graduaron en los dos roles ofrecidos: Cuidadora Primaria y Monitora de Hospedería.

Sandra Cortés (56) es inspiradora.

El caso de esta trabajadora de la Residencia para Adultos Mayores Asunción del Hogar de Cristo en Villa Alemana, es un ejemplo del tipo de previsión que deberíamos tener todos los habitantes de un país que envejece a paso vertiginoso. Ella lo explica así:

Sandra Cortés está entre los 110 trabajadores que obtienen su certificación laboral en Hogar de Cristo este 2023. Ella es una de las seis que se certificó en los dos perfiles en la ceremonia de este 23 de agosto. En el de Cuidador Primario y en el de Monitora de Hospedería, proceso llevado a cabo con la Universidad Técnica Federico Santa María, ChileValora y Fundación Hogar de Cristo. AGENCIA BLACKOUT

–Hace más de diez años me di cuenta de que llegaría el día en que tendría que hacerme cargo de mi mamá. Que tendría que atenderla en su vejez. Ahí decidí tomar un curso de cuidadora de adulto mayor en un instituto técnico de Quilpué. Pensé: ¿para qué pagar por ese servicio si yo puedo hacerme cargo? ¿Quién podría cuidarla mejor que yo?

Mientras estudiaba, esta dueña de casa, madre de dos hijos –uno de 30 y otro de 22 años–, casada con un tripulante de barcos industriales, se desempeñaba en un hogar donde terminaban sus días las monjas de una congregación. “Yo trabajaba ahí y en las tardes estudiaba. Los niños estaban grandes, mi marido navegaba. Estamos casados desde hace 34 años, pero hemos convivido unos 15, porque él la mitad del tiempo ha estado en el mar. Quizás por eso seguimos juntos”, bromea.

Al término del curso, necesitó hacer la práctica. Así llegó a la Residencia Asunción del Hogar de Cristo en Villa Alemana, donde terminó contratada y ha trabajado por más de una década. Hoy ese programa dejará de ser operado por la fundación este 31 de octubre, pero será traspasado a otra organización especializada, la que determinará a qué trabajadores recontrata.

–Ahí cada uno tomará su opción. Yo estoy sindicalizada y me siento segura. Estos han sido años de un trabajo muy enriquecedor. Uno tiene vocación y se encariña con las personas. Eso es muy humano: tener siempre a algún regalón. El mío era Anselmo, quien murió en tiempos de pandemia, aunque no por coronavirus. De vejez nomás, como es la vida. Era una persona complicada. Mordía, les pegaba a los monitores, pero a mí no. Quizás porque yo entendía lo enojado que estaba con la vida después de un accidente cardiovascular que lo dejó muy limitado cuando había sido un hombre muy activo.

–¿Cómo está hoy tu mamá, Sandra?

–Está viva y más o menos bien, gracias a Dios. Vive al lado de mi casa, en una vivienda contigua. Me demanda mucho tiempo, pero he aprendido que no soy omnipotente, que hay otros que deben colaborar a cuidarla, que no tengo que asumir sola toda la responsabilidad. Para comprender eso me ha ayudado mucho el apoyo sicológico que nos dio el Hogar en convenio con una universidad para enseñarnos a manejar el estrés a propósito de la pandemia y de los cierres de programas. Es un curso telemático que ha sido muy positivo para todos nosotros. Nos ha ayudado mucho.

En 2017, Sandra decidió tomar el curso para certificarse como cuidador primario y, cuando se ofreció el de monitor de hospedería, no dudo en inscribirse.

–Son muy distintas ambas tareas, pero el principio es el mismo y las personas tienen orígenes parecidos. Muchos de los adultos de Asunción vivieron en calle, conocen el abandono, presentan o tuvieron consumo problemático. La diferencia es la edad; en las hospederías hay personas de 18 años para arriba. Al comienzo, eso me daba cierto temor, pero es todo muy similar.

–Lo aprendido en ambos cursos, ¿te ha servido para cuidar a tu mamá?

–Por supuesto, todo lo que tiene que ver con aseo y confort ha sido de gran ayuda, pero sobre todo el aprender a ponerme en su lugar, para saber así cómo tratarla, para entender qué le pasa y no desesperarme.

Sandra comenta lo linda que fue la ceremonia en el Hotel Plaza San Francisco, de Santiago, el miércoles 23 de agosto. En ella se certificaron 110 trabajadores y Sandra se sintió orgullosa. “Fue una situación muy bonita, donde todas nos sentimos reconocidas y satisfechas. Todas tenemos vocación por el cuidado y sabernos reconocidas fue muy, muy bonito, más cuando hay varios programas que se cierran, como la residencia Asunción”.

110  trabajadores obtuvieron su certificación este año. Aquí algunas de ellas: al centro, Sandra Cortés. A la izquierda, Francisca Correa, directora de Personas del Hogar de Cristo. A la derecha, Claudia Aravena, subgerente de la Escuela de Formación de la fundación.
AGENCIA BLACKOUT

Ahora, Sandra planea seguir la carrera de técnico social en algún instituto de formación de la Región de Valparaíso. está decidida y no cabe duda que lo hará. “Una ya tiene su edad, pero también tiene sus sueños. Mis hijos están grande, mi marido navega, yo puedo y quiero hacerlo”.

Es obvio que lo logrará. Ya lo ha demostrado otras veces.

DE VENEZUELA AL BARRIO YUNGAY

Francisca Correa, gerente de personas del Hogar de Cristo, hace notar la importancia de la doble certificación de Sandra Cortés. Y de la de cada uno de los 110 trabajadores de la fundación que se certificaron en alguno de los dos perfiles aprobados por el Centro de Evaluación y Certificación de Competencias Laborales de la Universidad Técnica Federico Santa María. Dice Francisca:

–Esto es tremendamente importante porque el nombre, perfil y competencias técnicas de esos ciento diez trabajadores quedan en el registro de ChileValora. Cuando Hogar de Cristo está reorientado su estrategia social, lo que nos ha llevado a cerrar algunos programas residenciales, esta certificación aumenta sus posibilidades laborales y su empleabilidad, dando garantía de calidad en el trabajo, de estudios y profesionalización en las tareas de cuidado.

Nunca hubo en el Hogar de Cristo una certificación de competencias laborales tan masiva, tan solemne y tan emocionante. Claudia Aravena, la subgerenta de la Escuela de Formación del Hogar de Cristo, comenta que en la ceremonia en el Hotel San Francisco se congregaron trabajadores de todo Chile y que fue un reconocimiento precioso para todos ellos.

Así lo confirma Paul López (45), quien se certificó como monitor de hospedería. Paul llegó a Chile en 2019 desde Perú, donde trabajó durante un año, manejando camiones. “Tengo certificado de conducción internacional”. Buscando mejores oportunidades y aprovechando que en Santiago vivía una hermana, se encaminó a Chile. Oriundo del estado de Carabobo, específicamente del municipio de Naguanagua, Venezuela, este educador no ha podido validar en Chile sus estudios de pedagogía, pero en la Hospedería Álvaro Lavín, del barrio Yungay santiaguino, encontró trabajo en la Hospedería.

Paul López es uno de los 110 trabajadores que obtienen su certificación laboral gracias al Hogar de Cristo. Él lo hizo como monitor de hospedería, trabajo que ejerce en la Hospedería Álvaro Lavín, desde que llegó a Chile en 2019. AGENCIA BLACKOUT

Los primeros meses fueron una prueba de fuego. La pandemia por coronavirus estaba en su peak, los trabajadores se contagiaban, la hospedería estaba siendo autogestionada por los propios residentes que habían optado por guardar cuarentena y el trabajo se hacía de manera remota.

–Llevo ya tres años de trabajo en la Hospedería del Hogar de Cristo, en Esperanza con Mapocho. Hoy soy monitor de turno de noche en formato tres por tres. Eso me permite tener otros trabajos en el día. Y me estoy esforzando por validar mis estudios de profesor acá para trabajar como educador. Pero me siento muy satisfecho con lo que hago, porque sé que soy útil, que esto es importante.

–¿Te toca, me imagino, recibir y atender a migrantes venezolanos como tú en la Hospedería?

–Sí, hay muchos. Muchos que han entrado de manera ilegal y no tienen trabajo, contactos, nada. Frente a ellos, soy afortunado.

–¿Por qué decidiste certificarte como monitor de hospedería?

–Con varios compañeros de la Álvaro Lavín nos planteamos hacerlo. Es importante, no sólo por los papeles que te acreditan, sino por el reconocimiento que representan. Y porque el curso refresca, te hace ver el sentido al trabajo que estamos haciendo y comprobar que lo estamos haciendo bien. Que somos técnicamente competentes. En las actividades grupales, por comparación, nos dábamos cuenta de eso, porque todos los demás nos preguntaban a nosotros.

–¿Qué te pareció la ceremonia?

–Estaba muy nervioso. Sabía que aparecería dando testimonio en un video y la promoción que se certificaba era muy numerosa. Había mucha gente y me sentía muy, muy nervioso… y orgulloso a la vez. Fue un lindo reconocimiento.

Si te interesa apoyar a nuestras hospederías y programas de adultos mayores, pincha aquí. 

 

 

 

 

Cerrar
SOAP